Postales de la escuela en emergencia sanitaria

Miradas desde la dirección

Algo aprendimos a fuego en 2020, a ser tolerantes con nosotros mismos, con los otros y las circunstancias. Eso nos ayudó a perseverar, a cuidarnos y nutrir más que nunca un espíritu de empatía para saber cómo acercarnos unos a otros en un año estresante por incierto y abrumador, por el temor a jugarnos la vida frente a un hecho global del que no tuvimos escapatoria, en ningún lugar del planeta. Y sin embargo, fue la crisis lo que nos hizo comenzar a pensar en soluciones a problemas más viejos que la suspensión de la presencialidad, a tomar lectura de nuevas variables para saber cómo estamos, qué nos pasa, qué necesitamos para salir adelante en todos los órdenes. Si hablamos de la escuela, como educadores, la urgencia de crear ambientes propicios para el aprendizaje requirió de un esfuerzo multisensorial distinto al que estamos acostumbrados. Hubo que renovarse, mucho más allá de la caja de herramientas que portamos como profesionales, y aceptar que mucho de lo que pensábamos que era correcto, no lo era, y aprender a aceptar nuestra ignorancia para aprender a aprender de lo nuevo. 

Aprendimos mucho, aprendimos de todo un poco. Vivir la educación en pandemia requirió de conceptualizar el sistema educativo desde nuevos ángulos dejando atrás prejuicios arraigados en el sistema y en nuestro modo de hacer escuela. Liderar, para quienes tenemos este rol, fue por momentos exprimir hasta la última gota la capacidad de escuchar, de comprender lo nuevo holísticamente, de tomar decisiones casi sin información de apoyo y mucho arrojo, y especialmente, de sostener a las personas que nos rodeaban. 

¿Qué me funcionó? Pienso en retrospectiva qué fue lo que me impulsó hacia adelante y más, qué pude poner en juego para gestionar en lo impredecible. Este es mi decálogo de aprendizajes, pensando en todos los jugadores en el tablero:

      1. Dejar de lado las certezas y construir con determinación con el latido de un corazón compasivo y amable conmigo y con los otros. Tender puentes de escucha y valoración con las familias, los docentes y los alumnos enlazándonos unos con los otros en red. No siempre la voz del otro fue amable, pero sí necesaria.
      2. Pensar en positivo e intentar un diseño totalmente nuevo sin parches de lo viejo. Empezar de cero e implementar soluciones en la diaria, de menor a mayor, sistémicamente aportando definiciones sin cesar. Fue paso a paso, pero siempre con una misma directriz. Un esfuerzo tremendo construir on the fly, pero nos permitió eludir muchos bugs del pasado.
      3. Evaluar yendo directo a la fuente: el uno a uno con un padre, con un docente, un líder de equipo, un alumno. Preguntar, escuchar su incomodidad y su crítica, consolar su desesperación, calmar y responder con creatividad para no defraudar. Estar presente y disponible, con lo que conlleva.
      4. Trabajo en equipo. Fue clave, entre escuela y los hogares, entre los equipos docentes y de dirección, entre los alumnos. Cuando ya estábamos dominando la ola, lo que nos mantuvo en equilibrio y nos llevó a la orilla con la sensación de éxito fue apoyarnos unos a otros, por momentos una carrera de relevos, en otros, sostenidos para no caernos.
      5. Virtualidad en balance: sincronismo y asincronismo dando libertad de ambos lados del cable. El tablero cambió, se abrieron espacios de libertad y supimos aprovecharlos para ofrecer lo justo para que todos avancen. Fue un esfuerzo de diseño pedagógico y didáctico hacia los alumnos, haciendo uso de herramientas digitales de forma que respondieran con altura a las premisas del constructivismo y el aprendizaje social. Fue un esfuerzo de estilo de liderazgo basado en la confianza y objetivos claros.
      6. Cuidamos las métricas de los tiempos: períodos de atención supervisados, frecuencia de contacto para la continuidad, trayectorias en secuencia y también caminos alternativos en pos de no fatigar y propiciar la autorregulación.
      7. Comunicación con padres, para aprender a ayudarlos a ser tutores de sus hijos para el aprendizaje en casa. Reposicionar el diálogo en base a vínculo de cooperación entre docentes y familias dando información certera hasta donde la teníamos. Para las familias ideamos sugerencias, reflexionamos en conjunto, buscamos herramientas de apoyo mutuo, hablamos sobre la importancia de dejar a los chicos sus espacios personales aún con la escuela en casa.
      8. Aprender en grupos: sobre el final del año fue lo que más se valoró en los alumnos. Que gran momento de autocrítica, ¿cómo es que la escuela presencial no ofrecía estos espacios que ahora se valoran especialmente en la virtualidad? ¿Tan fuerte era nuestro espejismo de control que aún pudiendo estar los alumnos juntos, nos empeñamos en controlarlos individualmente?
      9. Adiós para siempre a “la hora de …” Más allá de la pantalla, instaurar la rutina del encuentro de un grupo, más allá de la escuela, un espacio autogenerado para aprender. Y más allá del confinamiento, generar excusas para el movimiento. Cada encuentro tenía que ser para aprender, no para ver un tema, para acordar caminos o diagramar nuevos. Para los alumnos un enfoque por capacidades fue clave, y si combinaban destrezas o conocimientos de diferentes áreas para resolver un problema, mejor.
      10. Recursos de calidad: plataformas, apps, ebooks, actividades generadas a la medida o curadas por docentes de múltiples fuentes en la nube. Para desarrollar nuevos conocimientos o para organizarnos mejor, para dar feedback o estar comunicados. La importancia de llegar a los alumnos con contenidos digitales potentes, atractivos, desafiantes y obviamente, multisensoriales en tiempo y forma. 

Son 10 ideas, 10 postales, algunas más tácticas, otras con mayor insight personal. Pero todas con un mismo objetivo, analizar cómo la excepcionalidad que devino con el covid-19 se convirtió en un punto de revelación y apertura para surfear las necesidades de una educación puesta en jaque pre-pandemia. Al fin y al cabo, para tomarnos en serio la transformación educativa, mirando a los protagonistas.

Lic. Andrea Pelliccia

BDS Primary Headmistress