El momento de escribir estas líneas para el Evergreen es siempre una excelente oportunidad para reflexionar sobre lo transcurrido en un pasado reciente, que no es tan lejano como para archivarlo en el cajón de la experiencia, ni lo suficientemente cercano para constituir nuestra actualidad.
El 2021 finalizó con cierto acercamiento a la normalidad en la medida que nos permitió despedirnos con muchas de las actividades que no podíamos ni imaginar al comienzo a causa de la pandemia. Recuerdo que el fin de año nos aportó un aire de libertad del que disfrutamos con mucha alegría. Pero es bueno recordar que, tan solo unos meses antes, habíamos iniciado el ciclo escolar con “burbujas”, “metro y medio”, “ventanas abiertas”, horarios ”imposibles”. Quiero decir, no sé si somos conscientes (tal vez por la gran naturaleza humana) de que en muy poco tiempo pasamos de un estado de emergencia plena a otro de una “(¿nueva?) normalidad”.
No debemos olvidar lo que como sociedad, y en nuestro caso como comunidad, atravesamos durante este período. Hacia fin de 2021, experimentamos esa ansiedad grande de volver a lo que llamábamos “la normalidad”: retomar nuestras rutinas y nuestro entorno conocido. Pero nada volvió a ser lo que era, nosotros no éramos los mismos y, durante todos los meses previos, descubrimos nuevas maneras de resolver muchas de nuestras cuestiones diarias.
Como institución educativa, identificar estas nuevas situaciones fue clave para poder definir un horizonte y visión hacia el futuro. En primer lugar, tomándolas como oportunidades de mejora y no como simples problemas para resolver. Es interesante aportar aquí las ideas y palabras del reconocido estratega y educador Michael Horn, con quien tuve la oportunidad de conversar personalmente sobre estos temas en una de sus conferencias. En su último libro From Reopen to Reinvent: (Re)Creating School for Every Child (recomiendo su lectura) propone diferentes caminos y estrategias para reinventarnos, crear una nueva y mejor realidad para cada uno de los chicos.
Es innegable que debemos atender y reforzar lo que se puede corregir de una etapa muy compleja que nos dejó secuelas en los aprendizajes y en la forma de vincularnos. Pero también, es fundamental lograr el equilibrio con una nueva mirada y acción hacia el futuro con el propósito de recrear nuestros espacios y formatos.
Este equilibrio será clave en los próximos años. De hecho, comprenderlo y alcanzarlo es uno de los focos más complejos en la gestión de hoy: no quedarnos únicamente con la visión de recuperar la pérdida pasada, ya que este estado es extremadamente paralizante y desmotivante. Es necesario re-enmarcar nuestra visión hacia un cambio positivo con nuevos recursos y horizontes.
Por ejemplo, cobra aún mayor valor lo que comentábamos en este mismo espacio la edición anterior: “No es cuestión de polarizar entre la presencialidad y la virtualidad como si fuera una nueva grieta, sino de encontrar el punto de cohesión entre lo mejor de las prácticas presenciales y los entornos virtuales ya instalados“. Vivimos un desafío constante de transformación y aún más intenso que antes.
Ya se está dando la oportunidad de avanzar en estas transformaciones, que se vislumbran muy potentes a nivel internacional, y que también comienzan a abrirse camino, aunque aún de manera muy lenta, en los entornos regulatorios locales.
Los puntos de partida para un mejor aprendizaje son aquellos que planteamos hace ya algunos años: centrarse y construir cada vez más en las necesidades concretas de cada aprendiz —y no en un sistema que responde aún a una lógica antigua e incompatible con la personalización y el descubrimiento de los propios intereses—, la nube como un espacio integrador que expande hacia un contexto global, y, finalmente, acompañar todos estos procesos con nuevas formas de evaluación para el aprendizaje.
El desafío es dimensionar y preparar cada vez más la organización, sus recursos y procedimientos, para construir de forma ágil y flexible una nueva realidad educativa para nuestros alumnos y todos los que formamos parte del BDS.
Lic. Francisco Lehmann
Vicedirector General de BDS